La palabra JAIRE viene del griego y significa alégrate. Es el saludo que el Ángel hace a María en la anunciación. Es una invitación a la alegría mesiánica.
Al pretender vivir la espiritualidad cristiana sabemos que la cruz es parte del camino que hacemos rumbo al cielo, pero la alegría también se hace presente porque Jesús va a nuestro lado con una multitud de testigos.
El testimonio de los santos, la experiencia de vida cristiana que nos legaron hace de ello una riquísima fuente de espiritualidad. La teología espiritual no ignora esto y por ende acude gozosa al estudio para proporcionarnos luego criterios de discernimiento, ayuda en nuestro itinerario y el estímulo en el seguimiento de Jesús. Todo apunta a Dios para que nosotros viendo las maravillas que el mismo obró en sus santos nos unamos más plenamente a Él.
Saber que en este camino contamos con la intercesión de quienes ya recorrieron el camino y nos esperan es verdaderamente alentador. Ninguno de nosotros se puede sentir tan autosuficiente como para no querer ayuda. Es por eso que necesitamos de la experiencia, los consejos y la oración de nuestros hermanos de arriba. Buscar esta ayuda que nos brindan los santos es un acto de humildad porque es un reconocimiento de que caminamos con los otros. Nos sabemos y nos sentimos Iglesia no solamente en nuestras comunidades parroquiales, diocesanas o cuando en una misa campal nos congregamos junto al sucesor de Pedro. Todo esto sin duda que nos hace experimentar la alegría de sentirnos Pueblo de Dios en camino. Pero sin dudas que nos sentimos Iglesia también cuando sin perder la comunión de aquí abajo entre nosotros somos concientes de la fraternidad de la vida eterna. Personalmente cuando entro en alguna iglesia con numerosos vitrales o imagenes de santos me gusta pensar que son parte de un gran albún de fotos familiar. Allí están como en una "fotografía" los que sin estar acá como estamos ahora nosotros siguen estando. Nos tienden podríamos decir ese puente que desde la imagen nos conducen hacia la realidad. Son nuestra familia, son los que ya están en la Patria donde nos esperan. El arte cristiano es belleza pero también es esperanza. Esperanza de una alegría mayor perfectamente plena y eterna. El arte es fraternidad que se vive en la alegría que experimenta el alma cuando lo contempla con fe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario